Cinco vías infalibles

El profesor D. Pablo Blanco afirmaba que a través de la historia de los santos, la liturgia y la historia de la Iglesia se podía llegar a la existencia de Dios.

Efectivamente, Cristo, que se sirve de metáforas, parábolas pero que son anteriores a la evidencia nos ha dejado el camino ya marcado, debemos ser nosotros quien a base de de dar el único paso pero decisivo, el de nuestra voluntad, siempre con el de su Gracia, lleguemos a Él.

Daré alguna de las pistas que Él nos ha dejado, el que no quiera verlas es porque las niega o porque prefiere esa -ceguera-

  1. La escalera más directa para llegar a Él son los Sacramentos y la oración. No hay mejor medio. Aquí entraría la belleza de la Liturgia clásica.
  2. Éste es mi preferido y el más complejo en la sociedad de hoy día. El –quotidie-. Ver a Dios en todo. Más frecuente en la teología rusa, donde desde -El Peregrino- recomiendan la Filocalia y la oración interior continua, quizás éste sea nuestro verdadero sino y no el -Ut Operaretur- ni cualquier otra derivada.
  3. Encontrar a Dios en la Belleza del mundo, fácil a través de la inmensidad de la naturaleza (cfr. 4ª vía de Sto. Tomás).
  4. Leer y apoyarse en la Historia de los santos y de la Iglesia, así como en la guía de mentores y directores espirituales con fama de santidad, más en tiempos de incertidumbre como los contemporáneos.
  5. La amistad, anterior al amor, es el plato fuerte de la vida, ya lo decían los clásicos. La amistad desinteresada, la familia, el amor tienen el rostro de Cristo.

El Cónclave de nuestras vidas

La fiebre desata tras el fallecimiento del Papa Francisco sólo puede entenderse por el aura que rodea al misterio de la Iglesia, aquello que no tiene explicación suscita muchas inquietudes en un mundo que afirma tener respuestas para todo pero cada vez está más insatisfecho con las respuestas obtenidas.

Famosa y paradigmática es la anécdota de Napoleón, estando en lo más alto de su gloria, le dijo furioso al cardenal Consalvi: “Voy a destruir tu Iglesia”.
El cardenal católico le contestó: “¡No, no podrá” . Entonces, Napoleón furioso volvió a repetirle: “Voy a destruir tu Iglesia”. El cardenal se mantuvo firme y le volvió a contestar: “¡No, no podrás, porque ni siquiera nosotros hemos podido hacerlo! Si miles de ministros infieles y de fieles pecadores no han podido destruirla desde su interior ¿cómo cree usted que lo va a poder hacer desde afuera”.

Miles de horas de estudios, tertulias, apuestas con los papables y salió Prevost que no era de los 4-5 principales favoritos.

Llama la atención que Italia haya sido subcampeona en los cuatro últimos cónclaves: Siri, Martini, Scola y Parolin.

Para el siguiente, una apuesta: Gregorio XVI y Salesiano.

Y una última idea a vuelapluma, siempre se dijo que: la belleza de la liturgia, la historia de la Iglesia y vida de los santos muestran la mano de inefable de Jesucristo.

Las 4 Cs y uno cada 50 años

Esta época moderna marcada por modas recurrentes que acaban en -burbujas- cíclicas que seguimos de forma inconsciente.

Una de ellas es el manido -liderazgo- tan comentando en las escuelas de negocios o en el mundo del management. Se han escrito tratados y un sinfín de libros al respecto, me quedaría con estas características que debe tener todo líder empresarial:

a) Cautela Siendo consciente de que ha recibido muchos dones, y que la mejor forma de ser agradecido es devolverlos a la sociedad para la mejora de ella. La cautela es un ademán de la prudencia que lleva aparejada la sencillez y el agradecimiento al mismo tiempo.

b) Carisma. Algo innato fundamentalmente, una persona que deja huella en su equipo, porque realmente mira al alma de los que le rodean, le preocupa más el ser que el tener. Detrás de cada empleado, persona sabe que hay una -circunstancia- insalvable, diferente. Se siente y le -entiende-. Todos somos iguales, diferentes e infinitos.

c) Coherencia. En este mundo de «vendehumos» y de posicionamiento en rrss, tu quehacer diario y callado será tu -elemento diferenciador-. Predica con el ejemplo. Habla menos y trabaja.

d) Constancia. De los 40 años de vida laboral de media, para liderar o gobernar un proyecto, permanecer al menos un cuarto (10-12 años) en la misma empresa para dejar un legado e impronta de una manera de hacer. Cambiar cada año de empresa hoy día en medio de tanto startupero y emprendedor implica que tus discípulos son meros seguidores epidérmicos y no podrás crear una escuela profesor-maestro.

Con todo ellos buscamos líderes a nuestro alrededor, referencias, espejos en los que mirarnos.

Pienso que apenas encontramos un líder sector cada 50 años, al menos si miramos en nuestro país que reúnan estas cuatro características. Educación, empresa, Iglesia, deportes, política, medios de comunicación… Salen nombres pero el filtro es inevitable…

Caso diferentes son los genios o polímatas, personas que por sus dotes marcaron el devenir del mundo en su época y dejaron una obra artística irrepetible: Dostoievsky, Mozart, Da Vinci, Alejandro Magno, Einstein, Aristóteles, Churchill (escribió 6 millones de palabras, el doble que Shakespeare y Dickens juntos)…

Del mito de Sísifo o la estupidez humana

Sapolsky, otro que cae en el principio de no contradicción, ya que al negar el libre albedrío, supuestamente él tampoco es libre en esa máxima, careciendo de cualquier sentido ontológico y filosófico tal afirmación. Es bonito ver el esfuerzo de la razón por seguir escalando en las cimas de los grandes dilemas: verdad, belleza, libertad y amor… Sería curioso comprobar cómo el motor inmóvil observa desde su atalaya a los Harari, Habermans y Spaolsky de turno intentando adentrarse en el origen del infinito: quizás el mito de Sísifo sea eso: la estupidez humana constante por entender lo infinito:

La paradoja de lo contingente

Muchas son las definiciones que filósofos e intelectuales han puesto a nuestro época, todos comparten que estamos en un cambio de época significativo, caracterizado por la pérdida de valores, dejando atrás tradiciones y costumbres de generaciones que mantuvieron -digamos- cierta estabilidad social y familiar.

Me gustaría, afinar, como hacemos desde este -humilde rincón´- la esencia de este fenómeno. Siempre buscamos el último porqué, una vez encontrado, tenemos la respuesta y es más fácil entender el resto: el orden propicia libertad.

Digamos que hemos heredamos hasta nuestros abuelos (68 aprox.) el -confort de la ley natural-, una imposición de normas que se transmitía de generación en generación, con un trasfondo moral que poco a poco perdió la racionalidad de su fundamento, por la progresiva falta de formación intelectual, humanística y antropológica, pareja al esfuerzo, algo peyorativo.

Cuando uno pierde la identidad, deambula sin rumbo y fácilmente pasa de un extremo al otro: pasamos de la ley natural, innata al hombre, a la dictadura del relativismo en cuestión de dos décadas: 68 a principios de los 80.

Los estragos de la dictadura del relativismo, denunciada por el gran Ratzinger, abocaron a una época de postverdad, donde lo evidente se niega y hubo un cambio de paradigma geostratégico-social en el cambio de milenio, principios siglo XXI.

Apuntando ya al primer cuarto de siglo XXI, redefiniría la situación, el hombre de hoy día ni siente ni padece, no entrega su vida por una causa porque no entiende lo que es ni sabe si merece la pena, hemos entrada en una nueva época, también auspiciada por el -boom- de las nuevas tecnologías, y más ahora en con el acicate de la IA, es la época de lo contingente: NADA ES NECESARIO.

En este mundo: nada es para siempre, no hay vínculo, todo es perecedero, todo cambia, la novedad es la norma, todo es efímero, con lo que lo importante es lo mutable, todo depende, ya no hay referencias ni líderes: la paradoja de lo contingente. Esta paradoja rompe el principio de no contradicción, ya que esta manera de actuar es incompatible, no podemos fundamentar una sociedad sobre unos principios que se contradicen a sí mismos, estamos viendo las consecuencias: tristezas, apatía, sinsentido y suicidio.

Volvemos a la filosofía básica: el sentido de algo no puede residir en sí mismo, o encontramos el sentido de la vida fuera de nosotros o jamás lo encontraremos.

2 ó 3: siempre se repite

En la vida tendrás 2 ó 3 amores, no más. Tu amor verdadero, el que te marcará, el que nunca podrá realizarse: ésa es la esencia del amor verdadero. Luego estará el que te acompañe en el día a día, tu mejor amigo. Quizás hay un tercero que te distraiga.

En la vida tendrás dos o tres -palos-, golpes que te marcarán para siempre. De esos que te dejan en la cuneta unos cuantos meses y que, con cierta dificultad, te repones. Si los tomas como aprendizaje, alcanzarás antes la sabiduría: «el mejor atajo para la verdad es el sufrimiento».

Tendrás un par de defectos, talones de Aquiles, que tendrás que descubrir en tu primera adolescencia y saber convivir, amar y aceptar pero que tu vida sea llevadera y no se convierta tu existencia en una tortura ordinaria.

El abismo que hay del número par al impar, del no primo al primo, del 2 al 3, es la sencillez y complejidad de la vida, en esas 2 ó 3 bifurcaciones y en las elecciones que hagamos ponemos en juego el equilibrio mental, y por la tanto, la paz del presente de nuestros prójimos y de la eternidad de nuestros sueños.

En defensa de la -lengua materna-

Decía Stefan Zweig que -aquel pensamiento que no puede expresarse en palabras- no existe: la materialización de la idea es la palabra, sin nuestra -lengua materna- no hay encarnación.

Podemos utilizar IA y traductores pero siempre perdemos la esencia primigenia.

Esto es un principio básico, que ya señalaba Aristóteles, toda copia pierde calidad frente al original (principio de -mímesis).

Es por que debemos ser respetuosos con las nuevas tecnologías, con el paso al e-learning y la mejor forma de salvaguardar la calidad del programa educativo es impartir a los alumnos en su -lengua materna-, aunque luego se complemente o ayuden de otras lenguas. «Los límites de mi lenguaje significan los límites de mi mundo», Wittgenstein.

La única mímesis que -disfrutamos- a priori

La filosofía de los clásicos griegos es una maravilla, te amuebla la cabeza, te ordena y se está se estudió con esmero durante tu juventud te deja una huella que perdurará el resto de tus días y te acompañará a en la toma de decisiones personales y profesionales.

Uno de esos principios, -ritornellos- sobre los que se asientan lo aprehendido de la mano de Aristóteles y cía es el concepto de la -mímesis-. Mímesis como copia, toda copia de la realidad, de lo original pierde esencia, calidad según éstas se van repitiendo a lo largo del tiempo. Ejemplos básicos se dan en el arte, si el artista intenta captar la esencia del momento con un cuadro, por muy bueno o realista que éste sea, el cuadro nunca podrá superar a lo real, a lo pintado.

Lo mismo pasa con la fotografía.

Lo mismo pasa con el momento recordado, etc.

Siempre el original, el real, el presente es único, insuperable, esto tiene infinidad de aplicaciones en todos los campos. Aunque todo esto parte, como todo lo aristotélico-tomista del sentido común.

Esta cuestión hoy día es muy interesante en el campo de la IA, ya que en última instancia no deja de ser una creación de alguien creado por un Creador, ya que el segundo (máquina, IA) no podrá tener libertad-espíritu, algo que sólo puede proceder de Dios. Según vamos haciendo copias, vamos perdiendo -calidad- por decirlo rápidamente.

Por nuestra configuración espacio-temporal toda mímesis se da en el tiempo, con lo que somos conscientes del real, del original en el -pasado- al recordarlo y ser conscientes de las diferencias excepto en un caso: el de nuestras vidas, el orden se altera.

Vivimos una vida que es una copia, una mímesis de una vida que no hemos vivido, sino que vamos a vivir en el futuro, el cielo, con lo que si tuviéramos mentalidad divina, como los grandes santos, entenderíamos que la original, la auténtica es el cielo y ésta es una copia con deficiencias, como todas las -mimesis, con lo que ésta mímesis -bendita excepción- es a priori y no a posteriori.

Chapoteando en lo extraordinario

He dejado de chapotear en lo extraordinario. Las circunstancias me han desplazado a una situación forzosa de quietud externa e interna, algo doloroso para mi idiosincrasia temperamental. A lo largo de estos meses en lecturas y conversaciones descubres que la próxima generación apenas existirá el concepto de matrimonio o relación estable, teorías o explicaciones del porqué hay cientos, esta aproximación del filósofo José Carlos Ruiz me parece muy acertada:

«El amor se percibe como una pérdida más que como una carencia. Antes el amor consistía en que te faltaba algo y tu vida estaba incompleta sin él, pero ahora se percibe como una pérdida, si lo encuentras bien y si no, no pasa nada. Además hemos trasladado la ilusión del enamoramiento de una persona a otras cosas: al ocio, al trabajo… Yo hablo de cómo vivimos las relaciones de pareja desde la dispersión en lugar del recogimiento. Vivimos cada vez de manera más extrovertida, que es algo que potencia el sistema porque es rentable: sales y entras, te focalizas en actividades pero no en tu pareja. Y cuando se acaba la extroversión, porque te confinan, el índices de divorcios se dispara, como ha ocurrido. Porque el recogimiento y la tranquilidad formaban parte de la relación amorosa y ahora parece que la repetición del hábito es algo limitativo, que frena el desarrollo. Quizá lo que más ha cambiado es la concepción hedonista del amor: se enfoca la conexión con el otro desde el principio del placer, y si no encaja en el principio del placer paso al siguiente, a otra manera de acoplamiento»

Bayesianismo

Estamos hastiados del Covid. Los muertos jamás volverán.

Esta pandemia está introduciendo una especie de hartazgo sistémico colectivo corrosivo peligroso. Una depresión colectiva nos atenaza, poco podemos hacer. Escapar con la imaginación es una opción: -peter pan- es perecedero como sabemos. Planear a futuro ya no llena.

La otra opción es el alimento espiritual, la lectura es la vuelta a la esencia. Y aunque esta sociedad no nos tiene configurados para la vida reflexiva, tenemos que -hacernos violencia- y acostumbrarnos a la vida silenciosa e introspectiva.

Fruto de ello veremos que todas las proposiciones y moda de los últimos 50 años carecen de sentido, ya no por razonamientos científicos o demostraciones sino por la amargura de la propia experiencia.

El otro día leyendo a uno de los pocos pedagogos que va contra corriente, Gregorio Luri, al igual que Alberto Royo e Inger Enkvist, alertaba del bayesianismo que intentaba en un congreso de 2015 revertir -la teoría de falsación- de Karl Popper, de este mundo me lo espero todo.

Decían dichos ilustres: «si una teoría es suficientemente elegante y tiene capacidad explicativa, no necesita ser contrastada de forma experimental». Es una vuelta de tuerca al subjetivismo y a mi verdad por encima de -la verdad-.

¿Varios covid sacarán del mátrix que nos hemos inventado (por analfabetismo o inmadurez)?